De color rojo rubí con reflejos violáceos, este tinto seduce a primera vista con su intensidad brillante y su aire sofisticado. En nariz se muestra aromáticamente expresivo, con un abanico de frutas rojas y negras —como cereza, frutilla, frambuesa, guinda y grosellas— que se combinan armónicamente con notas delicadas de roble, aportando una dimensión cálida y envolvente.
En boca es un vino suave, delicado y equilibrado, con una textura amable que lo hace muy accesible pero no por eso menos interesante. Los sabores a frutilla y frutas rojas dominan el primer plano, seguidos por matices de vainilla y un leve ahumado, gentilmente aportados por su paso por barrica. Los taninos son suaves y redondos, bien integrados, generando una experiencia fluida y placentera, sin aristas ni estridencias.
Su equilibrio entre fruta, acidez y crianza lo vuelve extremadamente versátil en la mesa. Es ideal para acompañar platos de caza menor, como conejo o liebre, pero también funciona muy bien con carnes blancas grilladas, pastas con salsas cremosas y hasta pescados de textura firme. Un vino que se adapta sin perder carácter, y que se disfruta tanto en cenas cotidianas como en ocasiones especiales.
De final medio a largo, con ecos de fruta madura y vainilla, es un tinto pensado para quienes aprecian los vinos de perfil clásico, equilibrado y accesible, pero con identidad y presencia.
La imagen es ilustrativa. La añada puede variar según disponibilidad.
